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Un país que amaba a la muerte...

Vivo en el único país del mundo, cuyo miedo es tan grande a la muerte, que le ha hecho su mejor compañera en la vida.


Hace casi dos meses que estamos "recluidos" entre las paredes del aislamiento y la distancia de las caricias y los contactos que nos hacen enteramente latinoamericanos.

Pero, los días del silencio y la protección social se vuelven efímeros e insignifcantes en el país de la muerte. Nosotros, los mexicanos, nacemos y vivimos cada día con la muerte en los talones, como si una sombra más allá de la nuestra, nos abrazara los pasos en una cuenta que va hacia atrás y que inevitablemente nos va esperando... Para México la muerte es un pretexto, un manjar, una fiesta, una reunión social inesperada, donde todos son bienvenidos, y en la cual se cantan rezos y se narran historias frente al café y el elegante negro de una noche de luto y de un cansancio que no acaba por cansar a quienes velan al que se ha ido...


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"Para México la muerte es un pretexto, un manjar, una fiesta, una reunión social inesperada, donde todos son bienvenidos, y en la cual se cantan rezos y se narran historias frente al café y el elegante negro de una noche de luto..."

Pero, ¡¿Como podría un país que enciende veladoras e incienso a los altares de la muerte, entender la visita de la flaca cuando ésta es a un país entero?! Imposible... habría que haber nacido en esta tierra para entenderlo.

Quizá bastaría con recorrer las calles de las urbes de México, repletas a media tarde después de que un gobierno quebrado dijera por centésima vez "que ahora sí estábamos en el pico", pero el pico nunca llegaba. Para los mexicanos, el pico significó la remisión. Echaron las cortinas de los negocios a vuelo y tomaron las calles que permanecían dormidas... Un muerto aquí, otro allá, cien contagios en tal o cual lado, "el país ha superado a China en numero de muertes", y los mexicanos organizaron otra reunión, algún fandango, se inventaron este o aquel pretexto, pero había que asegurar ese récord... ¡Porque sin muerte no hay patria!


El mexi-behavior.


He visto en los últimos 60 o 70 días, cientos, quizá miles de videos distribuidos en la internet, donde se alertaba de la infección, transmisiones en vivo de los efectos pulmonares y las crisis de los contagiados en los hospitales, el indice altísimo de contagios en los países cuyos sistemas de salud tenían medallas de excelencia, y pensé, por un momento juro que creí, que tomaríamos las medidas mas urgentes y necesarias para evitarlo a toda costa, pero, el viejo dicho romano habría de cumplirse en México como un presagio inevitable: Al pueblo pan y circo. Y si hay algo que a los mexicanos nos hace un circo romano vivo, es ver morir.

¡Cuanta ironía en tan pocas palabras!

Los mexicanos salían a las calles bajo el argumento "de no va a pasar nada", "que sea lo que tenga que ser", "si te toca aunque te quites", y tantas frases más que invocamos para aventurarnos en el corazón de la muerte. Una y otra vez una inconsciente y prácticamente invisible necesidad. ¡No puede haber una necesidad, donde existe la abundancia!

Sospecho que los mexicanos jamas creímos en la pandemia, pero había que estar a tono con el mundo, para volver de un insumo de innegable necesidad, un negocio de telas de colores, y calidades fatalistas, pero "es lo que hay", "hay que aprovechar", y volvieron los miles de conjuros obscuros para invocar a la que nunca se marcha.

Pero allí, en medio de nuestro aquelarre infinito, apareció la clave de todo: la definición de comportamiento es "llevar o acarrear" , por lo que nuestra forma de vivir es nuestra propia herencia, ¿Como podríamos entonces pensar en un bien común, cuando lo aprendido asume por encima de todas las cosas la individualidad? La pregunta asume por si misma la respuesta.

No nos importó si el otro moría, porque ese es un placer sádico que esperábamos con ansias, invocando a todos los dioses para que los nuestros vivieran. -¡La sociedad en México eligió un gobierno de visión socialista, porque tenia claro que primero habría que atender a su individualidad sin esfuerzos, antes del progreso colectivo!- pensé, y nos entendí un poco más...


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Seguirán muriendo los compatriotas y los intelectuales se debatirán entre llamar a la cordura, o liberar el Mictlán por el puro gusto de ver la muerte visitarnos de nuevo. Y antes de la noche de los muertos. En México el virus se topó con un pueblo que abrazó el mismo árbol de la Malinche, e hizo lo que Tomás: "Si no pudo verlo, no lo podría comenzar a creer", pero fue más osado, tocó las entrañas del caos y se carcajeó, porque donde la noche de los muertos es ocultada por la "transformación", un semáforo de vida matutino le aseguraba llegar hasta el próximo entierro...

¡Viva México! (Dicho con profunda impotencia y dolor por nuestra temeraria ignorancia)


Mi honra y todo mi respeto, a quienes luchan por cambiar este concepto de país, en el que el "no pasa nada" terminó por hacer la peor crisis de nuestro tiempo. ¡Gracias a los médicos, enfermeros, y paramédicos en primera fila de batalla por su enorme esfuerzo!

Nos han salvado la vida, incluso en el país de los muertos.





 
 
 

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